Tapa del número 236 de Axxón |
Poner palabras bajo mi firma (lo que hace que, según el diccionario de la RAE, no sea un editorial) es algo que me gusta, y con lo que me siento cómodo dentro de un ámbito como Axxón, que es mi casa. Muchas veces uno tiene la necesidad de dialogar con los lectores, presentando sensaciones e inquietudes que muy posiblemente sean compartidas, en especial esa sensación de maravilla que a muchos de nosotros nos marcó en la infancia y nunca nos abandonó.
No obstante, creo que ese espacio, dentro de Axxón, tiene dueño: se llama Eduardo Carletti. Siendo hombre generoso, él no tiene problema en que le ocupemos la casa, y yo agradecido.
Y parece que agradecidos están también los lectores, hecho reflejado al pie del mismo artículo o en mensajes privados que fui recibiendo durante la semana, al igual que el deseo de que los editoriales se mantengan. Por mi parte, siempre que tenga cosas para decir, ahí estará el editorial. Siempre que no lo quiera escribir Edu, claro. O Silvia Angiola, que siempre le escapa, que intenta mantenerse un paso en la sombra, pero que siempre está y es muy bueno, haciendo un trabajo FENOMENAL. Silvia, te aviso que no voy a dejar que siempre te escondas.
Hay muchas cosas que entre los tres les queremos contar, y parece que me toca a mí hacer de vocero. Pero más allá del toque personal que uno siempre le da a lo que escribe, apenas soy algo más que un mensajero, porque sin Edu, Silvia y el resto del silencioso grupo editorial, nada de lo que yo agregue o diga tendrá sentido.
Así que estén atentos, acérquense a Axxón y espíen. Y de paso aprovechen y lean los muy buenos cuentos que alumbrarán sus monitores, sus tabletas o cualquier otro dispositivo que se digne a contener, al menos por un rato, los exquisitos contenidos que les proponemos desde 1989.
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