sábado, 10 de marzo de 2012

Martín Adrián Ramos (19/7/1972-7/3/2012)

La vida es eso encerrado entre dos milagros: cuando nacemos y cuando nos vamos. Más allá de las creencias, y de lo que después se diga de uno, lo mejor que queda de nosotros es esa huella que marcamos en aquellos con los que tenemos contacto.

Vos, Martín, a tu manera, supiste demostrar con tu simpleza y generosidad que es posible compartir con muchos y con saldo siempre positivo. Claro, al lado de Laura, que es un cohete, parece fácil quedar en un aparente segundo plano.
Suena muy fácil verte así: como un niño grande. Por tus gustos en el dibujo, en el cine, en los libros. Siguiendo hasta último momento las historietas de zombies, las ilustraciones con minas y espadas, las naves más locas... y tus faltas de ortografía. Pero nada de esto te marca tanto como tu necesidad de compartir que nunca quedó en el amague.

Matt Shield, Tincho querido, El Enca y yo te damos las gracias por regalarnos algo de tu tiempo, aquella charla en el bar de Moreno, los CDs, las tertulias, PórticoCF y todas esas cosas chiquitas que hacen que una persona se apropie de parte de otra, esa que llamamos amistad (de la de verdad, no la de Facebook).
Quedate tranqui, porque a Laura la rebancamos, y como último regalo dejaste un pequeño grupo muy unido que está ahí, al pie del cañón, para lo que haga falta.

Bueno, nada más por ahora.

¡Ah! Te aviso que atrás tuyo se fue Moëbius. Seguramente lo sabés, pero atajálo y mangueale algún dibujito. El día que me toque a mí te llevo más tiras del Enca, y compartimos, ¿dale?