Sigo buscando a los culpables de la teórica muerte de la Ciencia Ficción. Hoy quiero pensar un poquito en cuáles son las causas por las que un libro de Fantasía es
más rentable que uno de Ciencia Ficción. (Sí, ¡que feo suena!)
Ale Alonso me recordó que
Isaac Asimov decía algo así como:
"Comenzamos a hablar de Ciencia Ficción cuando las consecuencia de los cambios que sacuden a nuestras sociedades empiezan a notarse en períodos tan o más cortos que la vida de una persona."
Es cierto. Me falta sólo un puñado de días para ganarme el cuatro que me acompañará una década, y el mundo de mi infancia es algo tan lejano y distinto que, si en ese momento pudiera imaginar este presente, me resultaría
de ciencia ficción. Máxime cuando el niño de mi pasado se imaginaba biólogo marino (secretamente exobiólogo, ahora lo sé), y hoy ya hace más de veinte años que soy informático, un oficio que entonces, de existir, era muy distinto. Además, recuerdo una niñez con bancos en las veredas, vecino con vecino, charlando en al tranquilidad de la tarde, porque había tiempo para eso. Había tiempo para compartir porque el tiempo, parece, corría distinto.
Hoy, ese mundo no existe más. El futuro llegó y pasó hace rato, cada vez nos sorprenden menos esos gadgets que sólo cumplen si pueden ser considerados artículos de venta masiva y, a su vez como no nos sorprenden ya los incorporamos como algo normal, pues puede ser que nos ayuden a mantener cierto estándar de vida, pero muy pocas veces nos ayudan a estar menos tristes.
Resumiendo, cada vez los sueños están más ausentes en el imaginario de las personas.
¿Será esto? ¿Será que necesitamos sueños que el
homo habilis no puede satisfacer, pero que sí puede cumplir el
homo magicus? ¿O será, realmente, que como cada vez estamos más embrutecidos simplemente buscamos la evasión?
Dejo para otro día un tema paralelo: ¿Es realmente tonta la Fantasía? ¿Es realmente inteligente la Ciencia Ficción?