Me acabo de dar cuenta de que "El Encarrilador" ha nacido de madrugada. Revisando en las carpetas del disco rígido dedicadas a él encontré un documento fechado el Jueves, 08 de Abril de 2004 a las 03:09:02 a.m. Si, casi las tres y diez de la mañana. Empezo ese día y siguió algunos más (fue modificado por última vez el Viernes, 23 de Abril de 2004 a las 11:01:51 de la noche).
Y comienza asi:
El Encarrilador
El personaje
El Encarrilador es un ser enviado a este planeta para "encarrilar" la evolución en el planeta Tierra. Físicamente debe ser cómico, muy expresivo facialmente. Me lo imagino una mezcla de Marvin el marciano, Bob Esponja y Zim el invasor. Otra posibilidad es que sea parecido a Mike Wazowski, de Monster Inc.
Lo mandan a lo que teóricamente es una misión importante, pero en realidad es casi un náufrago, tierno y torpe. Llega en un momento que él considera equivocado, y está solo en el mundo. Es muy ocurrente.
Tira 1
Todos los cuadros:
Una escena panorámica del precámbrico, sobre la Tierra. Se ven volcanes, no hay vegetación alguna. Sí algunas olas.
Cuadro 1:
Un cartelito indica la era (precámbrico)
Cuadro 2 (ancho de 2):
Nadie ha marcado la faz de la Tierra. La vida bulle en el mar, pero aun no se ha animado a abandonarlo.
Cuadro 4:
Algo que presumiblemente cayó desde el espacio rebota en el suelo con un gran “¡Poing!”
Tira 2
Cuadros 1 a 3:
Algo que presumiblemente cayó desde el espacio rebota de cuadro en cuadro. Emite onomatopeyas que indican su naturaleza artificial. "¡Pling, ploing, plang!"
Cuadro 4:
La esfera cae por última vez y allí queda. Comienza a abrirse con un sonido "sifónico".
Cuadro 5:
Unas cejas y ojitos se asoman y observan.
Tira 3
Cuadro 1:
Las cejas y los ojitos se asoman un poco más para dejar ver la cabeza de El Encarrilador.
Cuadro 2:
Asomado medio cuerpo, mira hacia un lado y hacia el otro.
Cuadro 3:
Estira el cuello con cara de consternación. Se nota que traga saliva: "Glup".
Cuadro 4:
Encarrilador: Me parece que llegué demasiado temprano.
La idea inicial fue, también, que la tira fuese fácil de dibujar, con trazos simples, plana, que no me causara ningún problema llevarla adelante, porque el tiempo con el que siempre conté para hacer la tira fue verdaderamente escaso...
Craso error. El Enca se encarriló solito y rápidamente empezó a tomar volúmen (a mi manera, quizá sin justeza) a cambiar sus líneas (sí, es él quien manda), y en definitiva a hacer y ser lo que se le cantó. El asunto también fue que la idea inicial de hacer una tira a lo Clemente se fue yendo a algo que, desde mi idea y punto de vista, debe leerse de a varias tiras a la vez. Eso tiene un costo: hace que, a veces, encontrarse con sólo una tira no signifique nada.
Si a eso le sumamos que la necesidad de sobrevivir en nuestro bendito país hace que cada vez tengamos menos tiempo para nosotros mismos (léase trabajar mucho, pero mucho más allá de lo recomendable) de a poquito El Enca se fue apagando.
Y así me fui quedando y el 9 de marzo de 2008, justo con la tira 391, la historia quedó congelada, con el Enca vestido de pollera (o algo así) y discutiendo con un extraño dios pastafari (googleen si no saben qué es eso) mientras un pequeño monstruo amarillo llora casi al final del eje zeta de la tira, señora.
Parece que el año y pico de descanso valió la pena. Las cosas, cuando uno menos lo piensa, se encarrilan...
¿Qué tienen que ver Bob Esponja, un colectivo blanco y marrón (los colores de Platense, carajo!) y el desarrollo de sistemas?
Tal vez no sepan que yo vivo de desarrollar software (también soy docente, pero esa es otra historia). Bueno, ahora ya lo saben.
Resulta que apenas arranqué mis cuarenta y un años tomé una de las mejores decisiones de mis últimos tiempos y decidí cambiar de aire en cuestión laboral. Así que primero cambié las bobinas de acero por caños del mismo material (lo que me trasladó hacia otra zona de la Capital, aunque todavía cerca de esa zona que nos empeñamos en llamar el Centro) y, después de un par de meses, dejé de contar toneladas de acero para centrarme en gente que hace algo similar a nuestro amigo Bob (aunque fuera del agua y muy posiblemente no sean cangreburguers). De allí que, en vez de ir hacia el centro de la ciudad (un centro que está al costado, cerca del margen del Río de la Plata) viajando apretado en un subte atiborrado o en un colectivo también lleno, ahora tomo otro colectivo hacia otra zona cercana al río (y también cerca de mi querido Platense) hacia la otra punta de la ciudad, y yendo para Vicente López (un lugar que cada vez me gusta más, en especial desde que voy allí con mi señora y mis hijos más chicos a pasear y remontar barriletes). Resulta que hacia ese lugar, desde donde vivo, me llevan dos líneas de colectivo: una de ellas (la que ahora es blanca y marrón) tuvo la muy buena idea de renovar su flota con unidades mucho más cómodas que las viejas, y entonces el largo viaje de una hora se transformó en un buen taller de escritura y dibujo: un día compré un cuadernito liso de cuarenta y ocho hojas, un lápiz portaminas y una goma de borrar y me puse a "plantar" (entre caminos empedrados, giros y frenadas) las tiras que continúan la historia de mi socio dibujado. Ojo, que la tira ya había vuelto (el primero de julio de este 2009) porque me daba vergüenza haberla dejado congelada por tanto tiempo. Despacito, a un ritmo bajo de una tira por semana, pero resulta que esto de poder ir dibujando "a futuro" en el papel me está gustando, y si bien luego debo rehacer todo íntegramente porque la tira final se hace completamente usando elementos digitales, sin scaners ni nada parecido de por medio, puedo visualizarla mucho mejor que solamente guionándola, evitando el problema de replantear la tira cuando la escena planteada en el guión "no cabe" en el diseño de tira preestablecido, y que quiero mantener.
Se imaginarán lo que queda en el papel: no recomiendo un colectivo para realizar un trabajo fino, pero a mi me sirve y me divierte. No sólo dibujar la tira (también hago a tinta los "rectángulos" que contienen la tira, y para eso me compré una regla flexible): de repente veo a la gente, de ojito, mirando qué cornos estoy haciendo. Cuando son chicos los dejo ver un poco más: me iusiono en pensar que quizás alguno de llos llegue a casa y garrapatee un poco sobre un papel, que dibujar para el tujes no es grave y que si uno quiere expresarse no tiene que quedarse con las ganas (¿alguno sabrá el destino de esa cosa fea que ve en el papel?).
En fin... tenía ganas de festejar de alguna forma la vuelta del Enca, con la tranquilidad de que al menos en papel tengo para nueve meses más (a este ritmo, que seguramente aumentará) y elegí contarles estas cosas y así compartirlas.
Ya que insisten, aquí arriba les dejo una muestra del antes y el después de una tira.
3 comentarios:
Es curioso, pero yo uso el colectivo para escribir cuentos, sobre todo a la ida que subo en la terminal, porque a la vuelta suelo ir parado gran parte del trayecto.
Esto me ayuda muchísimo, porque me permite volcar cosas que he soñado y tengo inmediatamente presentes, llevándolas rapidamente al borrador.
Luego vendrá el tiempo de desarrollar más la idea, y finalmente, reescribir todo a medida que lo paso en la computadora.
Para mi el colectivo es un sitio creativo, no me compraría auto por nada, porque perdería eso.
Che, has sido pionero en este tipo de historietas, que le abrieron camino barbaro al webcomic. Y siempre me llamo la atencion el excelente manejo del volumen, alla por el 2005, ciando comoci al Enca, llegue a pensar que lo hacias con un programa de animacion en 3D.
enhorabuena por este emotivo post!
Gracias Fraga y Gedece por sus comentarios.
Fraguita, me parece que eso de pionero es demasiado. Curiosamente, eso del volumen nunca lo había escuchado, pero en pocos días me lo comentaron dos personas: M.C.Carper y tú. ¡Eso quiere decir que me sale más o menos bien! :)
Gedece, coincido contigo: el colectivo es un lugar ideal para la creación, más cuando el viaje es largo y el asiento es posible.
Sin embargo, debo contarte que antes viajaba 120 kilómetros diarios, pero no tenía tiempo de hacer nada: le cebaba mate al conductor. Igual es algo que no me reprocho, fueron cuatro años de viajes maravillosos.
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